El individuo frente a la masa
- J. González
- 11 ago 2016
- 4 Min. de lectura

Estamos en pleno siglo XXI y la sociedad supuestamente avanza. Nunca antes se cree que se había conseguido este nivel cultural en la sociedad. Hoy día cualquiera puede hablar sobre cualquier cosa con otro cualquiera, parecemos rebosantes de sabiduría y cultura y nos atrevemos a debatir sobre cualquier tema, somos expertos de absolutamente todo cual fuente inagotable de saber. Tenemos la capacidad (o creemos tenerla) para dar lecciones morales a cualquier individuo y cualquier grupo, no importa sobre qué tema, tenemos la superioridad moral de la sociedad.
Como si el mismo Prometeo hubiera entregado la antorcha de la sabiduría personalmente a cada uno de los individuos, afirmamos nuestra verdad como la única posible. Podéis hablar de ciencia, de filosofía, de arte, de historia y, sobretodo, de política.
Esta percepción antes descrita de la sociedad actual es una radiografía exacta de la hipocresía de los individuos que hoy inundan nuestro pensamiento. Estos líderes del pensamiento de hoy en día son seres sin ningún tipo de oficio ni beneficio. Los líderes de la sociedad y de la cultura son hoy, mas que nunca, antagónicos a la idea de cultura y sociedad.
¿Por qué afirmo tal cosa? En primer lugar, la cultura ha pasado a ser algo de valor en una sociedad a ser una palabra con la que designar a absolutamente todo lo relacionado con lo bohemio, lo moderno (sea o no bueno) y con los autoproclamados abanderados de la “cultura”. La cultura hoy en día es una galería de arte abstracto, una película de cine sobre violencia de género o sobre sadomasoquismo, una canción de reggaetón cuya letra habla de cómo violar a una joven en un taxi o de lo cachonda que se pone una mujer cuando le echa gasolina al coche. Cierto es que también se engloban los aspectos clásicas de la cultura, tales como óperas, teatros, música clásica, danza, literatura, etc.
Pero volvemos al mismo concepto, TODO es cultura, da igual si X película es veraz o innovadora, o si X libro es fiel a la historia.
Siendo los líderes culturales aliados de este hecho, no se puede esperar mas de la sociedad que los sigue. Ya está banalizada la palabra cultura y señalado con el dedo como seres extraños y raros a todos aquellos que prefieren una noche a la luz de las estrellas en el monte o la montaña, con el fiel y peligroso acompañamiento de los animales que habitan tan maravilloso hábitat, con el sonido de sus grillos, de sus pájaros y con el sentir del aire fresco y puro acariciando el cuerpo de un individuo, este sí, realmente libre que ha preferido estar leyendo sobre Garcilaso, Cervantes, novelas medievales o simplemente un libro historiográfico en tan maravilloso paraje. Estos individuos románticos y espirituales son llamados raros según su acepción mas negativa, por preferir cultivar su mente de una forma que no sea para encontrar trabajo o por obligación, sino por placer y auténticas ansias de sabiduría.
Este ser raro que hemos descrito también sale con sus amigos, compra ropa en las tiendas de los centros comerciales y bebe alcohol. Pero existe una gran diferencia entre éste extraño ser y la sociedad en que habita, y es que solo compra ropa cuando ve que le hace falta, sale con sus amigos para divertirse y porque siente aprecio hacia ellos, le gusta estar en la compañía de sus seres queridos, y bebe alcohol porque le gusta tomar una copa de vez en cuando, siempre teniendo en cuenta lo perjudicial de su exceso, pues, el individuo que estamos describiendo cultiva tanto su cuerpo como su mente.
En contraposición a nuestra querido amigo/a, vamos a compararlo con las gentes de esta sociedad. La masa a partir de ahora. La masa compra ropa cuando quiere aunque no le haga falta, solo por placer, aunque sepa que no le va a dar uso o que su uso se va a ver reducido a 2 veces en 30 años, el ejemplo mas práctico es la ropa porque es lo mas barato que se puede comprar en mucha abundancia, pero cuando la masa disponga de dinero suficiente para ello, no dudará en tener 2, 3 ó 4 coches, siendo necesarios o no. La masa no sale con los amigos (mas masa aun) porque sienta aprecio a ellos (pueden sentir aprecio hacia ellos, pero no es el motivo por el cual deciden salir o no), salen para beber, para ligar y para despreocuparse de los posibles problemas que puedan tener, y esto ya que estamos, prefieren hacerlo en compañía. Esta masa no bebe por placer de vez en cuando, sino que bebe por y para emborracharse, beben aquello cuya relación alcohol-precio sea mas favorable, y una vez se emborrachan, dejan de beber pues ya han cumplido su cometido principal. No hace falta decir que no sólo “beben”, sino que además suelen ir con sustancias que les hace mas sencilla su tarea de “cogérsela gorda” tales como maría, marihuana, paquistaní, polen y, en mucha menor medida, cocaína y heroína.
Como vemos, la diferencia entre la masa que sigue la cultura de sus líderes y el individuo que se preocupa de cultivarse mediante su criterio, es abismal. Pues la masa sigue a los líderes que siguieron a su vez a la masa y, como resultado, tenemos que cada generación de “masas” es peor y mas patética que la anterior. De esta masa no saldrá nunca un líder aceptable, solo otro número de esta masa que puede ser mas listo que el resto, pero que nunca se saldrá de la ideología oficial de la masa. Por eso en Europa hay tanta ausencia de líderes auténticos, siendo lo máximo “Frau” Merkel, Mariano Rajoy, Hollande, Cameron... seres que han sido inteligentes pero tan nefastos para el tiempo actual como lo fuera Cánovas del Castillo y Sagasta para el suyo. Además, los líderes de la cultura “los artistas” no son mas que la expresión máxima de la actitud de esta masa. Drogas, alcohol, nihilismo...
La única forma de cambiar esta sociedad es sustituyéndola por otra, pues no existe ya reversibilidad posible en el tiempo actual. Y no, no me refiero a cambiar a la población demográficamente, sino culturalmente. Debemos romper con la masa para liberar a todos los individuos que se encuentran encerrados en ella. Solo así lograremos recuperar la originalidad individual de cada persona en un entorno de sociedad solidaria que siempre ha caracterizado a Occidente. No podemos equipararnos unos a otros, pues no existen dos personas iguales, solo debemos valorar los méritos personales de cada persona. Porque no somos iguales, pero valemos lo mismo.
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