top of page

"DELENDA EST CARTHAGO"

  • El Galeón
  • 5 ago 2016
  • 4 Min. de lectura

Famosa frase pronunciada por Catón el Censor, romano, cuando Cartago comenzó a retomar su actividad comercial tras las dos derrotas en las Guerras Púnicas. Esta reanudación comercial cartaginesa provocó la envidia de los mercaderes latinos y la suspicacia de los gobernantes romanos. Pero para comprender el significado real, debemos entender el contexto.

En el año 264 a.C unos mercenarios oscos tomaron la ciudad de Messina y al verse amenazados por el rey de Siracusa Hierón II, pidieron ayuda a Cartago y a Roma. Los cartagineses llegaron primero y establecieron la paz con Hierón II, pero Roma expulsó a los púnicos (cartagineses) de Messina y conquistó Siracusa, obligando a Hierón II a aliarse con los romanos. En tierra, las fuerzas romanas eran muy superiores, pero en mar, los púnicos dominaban la escena, o esto fue así hasta que Roma decidió construir una flota de guerra, la cual puso al mando de Cayo Duilio. En el 260 derrotaron a los cartagineses en Milas, permitiéndose Roma expulsar a los cartagineses de Córcega y devastar Cerdeña, pero no pudiendo tomar el Oeste de Sicilia. Finalmente, tras ataques romanos y contraataques púnicos, el resultado final fue la destrucción de la flota cartaginesa. Por eso, tras firmar la paz, Cartago cedía Sicilia y las islas Lípari a Roma, además de pagar una indemnización de 3.200 talentos.

Tras esta derrota y la debilidad interna de Cartago, Roma aprovechó y tomó Córcega y Cerdeña, a pesar del tratado de paz. Tras esto, Amílcar Barca propuso al senado de Cartago la conquista de nuevos territorios en la península ibérica para formar así un nuevo imperio y obtener recursos materiales y humanos con los que hacer frente a Roma. El senado le otorgó plenos poderes. Tras la toma de Sagunto en 226 (Valencia) por parte del caudillo cartaginés Aníbal Barca (sobrino de Amílcar, a quien había sucedido en 221), los romanos exigieron su liberación, al tener Sagunto relaciones comerciales con la misma Roma. Tras la negativa de Cartago, Roma desencadenó la segunda Guerra Púnica en 218. En esta segunda guerra púnica Aníbal sabía que la única forma de derrotar a Roma era atacando su corazón, la capital romana, y haciéndose con un ejército de 20.000 infantes y 6.000 jinetes (tras la terrible marcha sobre los Pirineos y los Alpes), consigue sucesivas derrotas sobre los romanos hasta plantarse ante las mismas puertas de Roma, pero por temor a tener insuficientes tropas, pasa de largo y continúa hacia el Este, esperando que Asdrúbal llegue para reforzarle. Pero en Octubre de 211 llega a la península ibérica Publio Cornelio Escipión para intentar cortar los refuerzos que desde Hispania pudiera mandar Asdrúbal a su hermano Aníbal. El éxito de Escipión fue flagrante, tomó Cartago Nova en 209 y derrotó a Asdrúbal en 208 en Bailén. Mientras, Aníbal intentaba poner a Filipo V de Macedonia en su favor, algo que consiguió, pero al dividir sus fuerzas para proteger a este nuevo aliado, tardó demasiado en tomar Tarento, ciudad necesaria para retomar las comunicaciones con el exterior. Finalmente, Aníbal quedó acorralado en el Sur de la península itálica debido a una gran esfuerzo de la población romana que permitiría la recomposición de las fuerzas romanas. Para cuando Asdrúbal llegó a la península itálica, ya poco había que hacer, ya que éste fue matado en Metauro en 207. Al tiempo que todo esto ocurría, Escipión fue tomando posiciones en Hispania y finalmente tomó la última ciudad púnica en la misma, Gadir, en 206. Tras esto, Escipión en 204 llevó la guerra a África y consiguió aliarse con Masinisa, logrando importantes victorias hasta amenazar a la misma capital. Fue entonces cuando Cartago pidió ayuda a Aníbal, que volvería a África para ponerse al frente de lo que quedaba de ejército cartaginés. La batalla de Zama en 202 decidió la guerra y el ápodo merecido de Publio Cornelio Escipión como "El Africano". Aníbal huye a Oriente y se suicida en Bitinia en 183. La paz firmada concluye que: Cartago entrega su flota de guerra, sus elefantes, renuncia a Hispania, entrega las islas que le quedan, se compromete a pagar 10.000 talentos y renuncia a emprender campañas militares sin el permiso de Roma.

Es ahora cuando Cartago, tan derrotada y humillada, retoma su actividad comercial, provocando la envidia y recelo de Roma. Siendo Catón el Censor quien diga "DELENDA EST CARTHAGO" (que viene a significar "Cartago debe ser destruida"). De forma que mediante la resistencia cartaginesa a las provocaciones de Masinisa (rey númida), Roma le acaba declarando la guerra, a pesar de que Cartago intenta negociar una paz, las duras condiciones impuestas por Roma (que apoya a Masinisa) provocan una enconada resistencia. Pero Escipión Emiliano (nieto del Africano) se encarga de la campaña y toma y destruye por completo la ciudad de Cartago. En la ceremonia simbólica, la ciudad de Cartago fue maldita y se echó sal sobre el solar que antes amparaba a la ciudad. Los territorios cartagineses pasaron a formar la provincia africana de Roma.

Con esto concluye el relato, pero como dato curioso, no es la primera vez que se entonan las palabras de deseo de destrucción de una nación. Ya que Winston Churchill (primer ministro británico durante la Segunda Guerra Mundial) pronunció una frase a veces no recordada "Alemania debe ser destruida". En ambos casos encontramos una situación parecida: una potencia (Roma antes, Gran Bretaña ahora) que se ve amenazada por otra, no militarmente, sino en cuestión de relevancia e importancia y por miedo a verse relevada a un segundo lugar, provoca una reacción exagerada (las Guerras Púnicas antes, la Segunda Guerra Mundial ahora). Alemania, como Cartago, también fue destruida.

Comments


© 2023 by The Artifact. Proudly created with Wix.com

  • White Facebook Icon
  • Twitter B&W
bottom of page